No me lo podía creer! Era sencillamente impresionante! Ver como aquel majestuoso animal planeaba entre las corrientes de aire sin apenas mover sus grandes y robustas alas doradas era realmente un espectáculo digno de contemplar.
- Quién es? -pregunté.
- Es el águila -respondió una gallina- el amo del aire. Surca los cielos con total libertad, pues es su rey.
Alguien encontró una vez un huevo en la montaña. No consiguiendo encontrar ningún nido del que podría haber caido, lo guardó en su bolsillo y prosiguió su paseo.
- Mira! Mira! He encontrado un hormiguero! Ummmm q ricas hormigas, ven, avisa a los demás, q hay para todos!
- Voy enseguida a avisarles, pero deja un poco para nosotros! -fui a avisar a los demás pollos tan rapido como pude. Fui como siempre, dando saltitos y agitando mis alas. Apenas conseguía levantarme unos centímetros del suelo, como los demás pollos, pero esa sensación de no tocar el suelo, sencillamente, me encantaba. Era como si hubiese nacido para ello.
De vuelta a casa, Adela pasó por la granja que había justo al pie de la montaña. En ese momento se acordó del huevo que había encontrado y decidió dejarlo ahí, entre tantos otros huevos parecidos.
- Él pertenece a los cielos, nosotros en cambio, pertenecemos a la tierra, pues somos pollos. -no pude evitar quedarme pensando en lo que había dicho mi compañero, pero después de un rato dejé de pensar en ello y volví a hurgar en la tierra en busca de insectos, pues tenía hambre.
Y el águila, creyendo que era un pollo, vivió y murió como uno de ellos.
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